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sábado, 29 de diciembre de 2012

Miradas que hablan...


Si las miradas pudieran hablar... Si los ojos te gritaran todo lo que quiero decirte....
Nunca he sido una mujer valiente, una mujer atrevida, y ¿quién lo diría? Creo que no conozco a nadie tan dispuesto a poner en peligro su vida por lograr un objetivo, podría saltar desde un precipicio y no tener miedo a caer mal, sin embargo, hay una única razón que me hace sentir cobarde, que me hace esconderme, ocultarme, y no ser yo misma con claridad, tengo miedo a sufrir.
Todo el mundo tiene miedo a sufrir, pero en mi, ese miedo se multiplica hasta llegar  a niveles insospechables, tengo tanto miedo a sentir dolor, que aveces, equivocadamente, decido no sentir por miedo a experimentar daño alguno.
Quizás si no tuviera tanto miedo no me presentaría tan cruel, tan agresiva, tan sádica, quizás no fuera tan borde y me dejara más llevar, pero el miedo me agarrota los huesos, me hace contestar con malas palabras y alejar a todo aquel que siente un mínimo interés por mi persona.
Aveces me gustaría dejar todo ese miedo atrás, acercarme y decirte "Hola" sonreírte con naturalidad, poder preguntarte como va tu día, como has pasado la semana, si tienes ganas de jugar, de salir  bailar, de dar un paseo, o simplemente de descansar, y sobre todo, preguntarte si puedo ser partícipe de alguna de esos pasatiempos, si puedo caminar a tu lado, jugar en tu bando, bailar contigo, o simplemente descansar en tu abrazo. Pero no me atrevo, no me atrevo a nada, tengo miedo de que sepas que quizás llevo tiempo pensando en ti, que no te borras de mi cabeza, que no paro de darle vueltas a cada palabra, cada gesto, cada acto y momento del que hayas formado parte, no puedo evitarlo, y aún así, el miedo, me impide decírtelo.
Tengo miedo, y mientras lo siga teniendo aquí estaré, sentada, oyendo como me hablan pero sin escuchar nada, observando el vacío, y en realidad viendo tu cara, no me moveré de aquí, te miraré desde la distancia, deseando que por una vez, las miradas hablaran....

Hola Bloggeros! Espero que os haya gustado este mini fragmento, la actualización de hoy es cota y sencilla, no está muy rebuscada ni dotada de muchas metáforas pero espero que os guste de todas formas.
Intento con ella trasmitiros lo mismo que sentía en el momento en que la escribí y espero cumplir mi objetivo.

Por otro lado tengo que daros una gran noticia, y es que cada vez suben más las visitas y pronto, muy pronto llegaremos a las 450 :') eso me llena de una ilusión enorme.
Una vez más gracias por seguir mis escritos y por favor, comentad todo aquello que queráis en el blog :)

Un besitto y una vez más gracias por estar ahí, vosotros hacéis que esto crezca.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

FIN


Miró hacia un lado, después hacia el otro. No había nadie. Estaba sola. Sola en esa oscura sala sin luces. No sabía cuanto tiempo llevaba allí ni como había llegado, solo sabía que su estancia en aquel horrible lugar parecía ser eterna, no terminar nunca, como si no corriera el tiempo, como si se hubiera detenido creando para ella una pesadilla mortal de caos, soledad y oscuridad.
Miró una vez más hacia cada lado, incluso se giró sobre si misma intentando encontrar un atisbo de humanidad a su alrededor, una brizna de luz que iluminara un camino, una salida.
No encontró nada, ni a nadie. Estaba sola, se sentía sola, abandonado, herida, como si de un perro, al que al  crecer dejan tirado en la calle, se tratase.
Estaba acostumbrada a la soledad, nunca había sido muy popular en el círculo de gente en que se movía, y no era característica su facilidad para entablar relaciones con aquellos que la rodeaban, aún así, aquella soledad oscura que la rodeaba era distinta, estaba marcada por algo más, por una vez, se sentía completamente sola, era tal su soledad, que ni si quiera sentía acompañarse a si misma.
Nunca se había sentido comprendida, sabía que era diferente, se hacía llamar especial, pero no era ese tipo de especial que te hace ser algo de lo que enorgullecerte, o al menos ella no se veía así, simplemente era distinta, rara, quizás más complicada que el resto de personas que habitaban el planeta tierra. Sin embargo, hoy se sentía aún más incomprendida, pues ni si quiera se comprendía a si misma.
Llevaba demasiado tiempo buscando ¿el qué? No estaba segura, quizás buscar sonrisas en los demás, y de tanto crearlas se le había olvidado como era la suya, pues golpe tras golpe había ido borrándose, desapareciendo, y ahora solo quedaba un suspiro de anhelo de aquella pequeña mueca labial que en antaño dibujaba su cara.
Pero aún había algo más, la decepción, al mirar atrás se estaba dando cuenta que nada de lo que hacía había sido realmente útil, no había logrado hacer nada importante por nadie, ni si quiera por ella misma, y todos sus objetivos se habían desvanecido en sueños, quedándose en eso mismo, en creación de su mente, en metas inalcanzables que jamás llegaría a cruzar.
Entonces empezó a notarlo, un fuego intenso que quemaba su interior, un contraste doloroso con el frío exterior que rozaba su piel empalidecida, era un calor interno, un calor asfixiante, irritante, y a la vez tan aliviador, mostraba el fin.
Se dió cuenta que una vez que ese fuego la consumiera, que quemara cada rastro de su ser, volviendo cenizas todo aquello que tocara, cuando todo, al fin, llegara a su último momento, nadie la recordaría, nada quedaría para hacerla memoria.
¿Ella? ¿Quien la tendría en mente cuando no pudieran verla? El recuerdo no duraría ni tan solo unos meses, no era importante para nadie, nunca lo había sido, y ahora no lo llegaría a ser nunca.
Se le cayeron las lágrimas, pero al contacto con sus mejillas enrojecidas, se evaporaron, arrastradas por el calor que la estaba consumiendo, llegaba el último suspiro, el último aliento, y ni si quiera podría despedirse de la gente a la que quería, aunque pensándolo bien, sería mejor así, al menos no podría ver esa cara de indiferencia en todos los que la rodeaban.
La llama se hizo más fuerte, fue quemando su interior, cerró los ojos, vió la llama que afloraba de su corazón, acabando con su vida, hasta apagarse, para siempre.


Bueno bloggeros este fragmento es algo meláncolico y triste, pero necesitaba escribirlo, y salió así, espero que aún así os guste.
Como opcional os dejo por aquí un enlace a una canción, quizás no os guste el tipo de música, la canción, o el cantante, no os obligo a que la escuchéis, pero quizás su letra os sirva para entender u poco mejor este fragmento.


Espero vuestros comentarios que me sirven para saber vuestro opinión sobre todo lo que escribo y ya sabéis que es muy importante para mi.
Un Beso Grande


sábado, 24 de noviembre de 2012

Entre todos tu

Hoy traigo otro párrafo suelto que me apetecía escribir :D

Allí estaba todo el mundo, observando a través de un cristal lo que parecía la mayor de las joyas, era un hombre, metido en lo  que parecía una urna, gigante, trasparente y dura.
Aquel hombre no era, ni mucho menos, el ser más perfecto de la historia. Por el contrario, sus ojos eran demasiado pequeños, su nariz quizás un poco grande, no tenía bellas melenas, si no un corto pelo castaño que continuaba hasta limitar sus labios de una forma mullida. No sonreía, pero cuando hacía ademan de abrir la boca, se podían observar dos dientecillos que asomaban por la puerta del alma.
La gente le observaba sorprendida, lo admiraban solo por la posición en la que estaba, y es que si estaba allí expuesto debía ser importante; sin embargo, nadie se paraba a pensar si aquel hombre se sentía bien, si estaba allí por propia voluntad, o le había encerrado como a un objeto para mostrarle como un bien preciado, como un tesoro que se muestra para dar de que envidiar a los demás.
Me acerqué con cuidado a la vitrina, el hombre no paraba de mirar hacia todos los lados, y parecía como asustado, pero por  un momento sus ojos se fijaron en algo más, en algo que aún no habían visto, en una joven mujercita que se acercaba hasta el cristal y le observaba, no tenía esa mirada de asombro que tenían los demás, no pensaba en cuantos millones costaría aquella "reliquia",no, su mirada más bien trasmitía piedad, tristeza, y consuelo, por una vez, sus ojos se fijaron en mi.
Me quité aquel guante de lana  que cubría mis manos, hacía frío, mucho frío, pero quería sentir el tacto de aquel cristal, quería trasmitir aquel atisbo de calor que hubiera en mi cuerpo, quería demostrarle mi apoyo, aunque no le conociera de nada, algo me había hecho actuar así, quizás esa mirada que brillaba tímida en su rostro, o quizás aquella expresión asustada, no podía estar segura, pero quería hacerlo.
Apoyé con cuidado mi mano desnuda sobre el cristal y noté como su mirada se centraba en ella, su mano, también se acercó al cristal, situándola junto a la mía.
Por un momento los ruidos de aquel lugar, se hizo el silencio, nadie nos rodeaba, o quizás si, quizás siguiéramos envueltos en la muchedumbre que gritaba intentando llamar la atención, quizás ahora nos observaran anonadados, pero no importaba, yo no podía oírlos. El frío también había desaparecido, y el calor fulminaba en una corriente desde mi mano, recorriendo todo mi cuerpo, llenándolo de una sensación maravillosa, calmante y relajante. No pude evitar cerrar los ojos, disfrutar de aquel momento que llenaba mi alma, incluso noté que el cristal que nos separaba desaparecía y podía acariciar aquella piel que emitía ese calor tan suave y a la vez ardiente que estaba borrando todo rastro gélido de mi cuerpo.
Cuando abrí los ojos pude ver como me observaba, tenía una sonrisa en el rostro que le hacía rejuvenecer un par de años, sus ojos ya no brillaban tímido, si no que alumbraban con claridad, aclarando la oscuridad que solía envolverme.
No podría describir lo que había pasado en aquel momento, pero había sido la experiencia mas reconfortante de mi vida. 
Aquella sonrisa me acompañaría hasta el fin de mis días.

Bueno, espero que os haya gustado este pedacito de mi, tan metafórico :)
Espero comentarios, opiniones, críticas y de más.
Un beso enorme BLOGGEROS!!!

martes, 13 de noviembre de 2012

FUEGO

- ¿Por qué has venido? - Su voz sonaba entrecortada, sus ojos brillantes estaban achicados y despegaban un brillo translúcido, cubierto del humo que les rodeaba
- No podía dejarte, ¿Pensabas que te abandonaría a tu suerte? 
- No debiste venir, vamos a morir,  escapa, si aún puedes, pero no te quedes, no podría vivir con el cargo de conciencia de que acabé con tu vida - su voz sonaba preocupada, pestañeó un par de veces, de forma seguida, molesto por los rastros de polvo que se levantaban de los escombros.
- Míralo por el lado bueno, este es el fin, nadie tendrá que vivir con la conciencia de nada
- ¿No lo entiendes? ¿No tienes miedo? ¿Estás loca?
- Créeme, entiendo más de lo que piensas, entiendo todo lo que sucede, y entiendo que este es el fin, ¿Miedo? No puedo tener miedo, porque estoy a tu lado, y a tu lado cualquier mal desaparece, cualquier dolor se cura y cualquier herida se borra - Sus pequeñas manos agarraron las manos de aquel hombre que la observaba con lástima en la mirada - En cuanto a lo de loca, si, lo estoy, estoy loca por ti, desde el momento en que tu sonrisa se coló en mi vida, pero escúchame, la vida de los cuerdos es muy aburrida, donde exista la locura que desaparezca la razón.
Sus miradas se cruzaron, aquellos dulces ojos que iluminaban ese rostro infantil le observaban con cariño, aquella niña que portaba en ese momento sus manos entrelazadas con las suyas le había llegado al corazón, siempre había sido especial, diferente al resto de jovenzuelas que se paseaban por las calles intentando llamar su atención, siempre había tenido un halo de misterio, una pizca de timidez y una luz infantil que la habían caracterizado. Aquella joven que no dejaba de sonreírle podía pasar de ser el ángel más tierno e ignorante, a la mujer mas inteligente y experimentada, y solo requería de la situación en la que se encontrara.
- ¿Nunca dejas de sonreír? - preguntó curioso, maravillado por la sonrisa de aquella criatura dulcificada.
- No, no mientras que tu estés aquí, tu me enseñaste a sonreír y te convertiste en la razón de mi sonrisa. si tu estás, no pueden caer más lágrimas por mis ojos. 
- ¿Por qué? ¿Por qué este aprecio, este cariño del que no soy merecedor? ¿Por qué arriesgas tu vida en vivir los últimos minutos de la mía?
- Porque cuando no tenía nada, cuando estaba en la más grande de las oscuridades conseguiste que sonriera, porque tu me enseñaste que un sueño se puede cumplir si luchas hasta el final por él, porque aunque nadie lo sepa, eres distinto, eres diferente, no eres como todos creen, tienes algo dentro que te hace ser ese mendigo que se convirtió en príncipe para enamorar a la princesa de Disney... Porque te quiero.

El fuego consumía ya la madera que les rodeaba, el techo comenzaba a desmoronarse sobre ellos, pronto todo cedería sobre el peso, sobre las ardientes llamas que lo devoraban todo en aquel incendio, pronto sus días serían reducidos a cenizas, ya no había marcha atrás.
La rodeó con sus brazos y apoyó su cabeza sobre su hombro, sintió como cerraba los ojos apoyada en su pecho, notó su entrecortada respiración y el pulso de un corazón que no cabía en ese pequeño y delicado cuerpo.
Y entonces le susurró al oído, una sola palabra, aunque para ella fue el mayor de los logros escucharla.
- Gracias...

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Hoy os traigo una entrada que nada tiene que ver con la historia que comencé aquí, pero que realmente me apetece compartir con vosotros, es algo que ha pasado por mi mente antes y creo que debo escribir.

La noche estaba tan oscura que mis ojos no alcanzaban a diferenciar ninguna figura en sus profundidades. Era Diciembre, el frío había congelado los cristales de los coches y la nieve había cubierto los parques.
Mis pisadas destapaban zonas de hierba muerta, arena y barro. No sabía a donde iba, solo caminaba, sin rumbo, ni si quiera punto de partida. 
Notaba como el frío viento me susurraba al oído, quería que fuera libre, que volara entre suspiros, que fluyera por los caminos.
Me senté en el suelo, en el parque de San Isidro. En épocas de feria aquello era distinto, no había rastro de soledad, indicio de frío, ni marca de silencio, había luces y música, farolillos y gente cantando por cada parámetro. Sin embargo, aquella noche fría de invierno, la soledad se palpaba a mi alrededor, nadie, ni si quiera los gorriones, me acompañaban en mi nocturno paseo, las luces que iluminaban el parque no eran otras que las de las estrellas y la que daba una inmensa luna llena que me vigilaba desde el cielo, no había ruido, no pasaban coches ni se oían gritos, solo podía escuchar el susurro del viento que me pedía que dejara volar mi alma.
Sonreí, notaba como mis piernas comenzaban a congelarse, no podía moverlas, pero no me asusté, no grité ni rompí aquel silencio, acabar con la calma que me rodeaba sería el mayor delito a cometer. Respiré profundamente mientras cerraba los ojos, la brisa dejaba en mi rostro gotitas de rocío, mis pestañas comenzaban a llenarse de escarcha. Era extraño, no recordaba un invierno tan frío como aquel, ni si quiera una noche así, todo, el clima, las calles, el silencio, todo había cambiado en el momento en que decidí dar aquel paseo.
Poco a poco mi cuerpo fue congelándose, dejé de notar mis pies, mis piernas, mi cadera... el frío subía por mis dedos, atravesaba mis manos, caminaba por mis brazos y se posaba en mis hombros haciéndome sentir pesada y cansada.
"Déjate llevar" "Se libre" escuché una dulce voz en mi oído, no me alteré, ni si quiera abrí los ojos para intentar comprobar quien era, continué sentada, notando como el hielo quemaba por mi garganta y besaba mis labios.
No tenía miedo, la libertad estaba de mi parte, me estaba librando de todas las cadenas, de todas las dificultades, nunca más tendría que escuchar una queja, una bronca, un sermón, nunca más me darían lecciones y nunca más tendría peleas. Se acabaron las noches de llorar, de sufrir, de morir en vida por un dolor que no dejas salir de tu pecho y que ocultas tras una máscara de sonrisas, por fin iba a librarme de tantas trampas que atacaban mi vida diariamente.
Por fin era libre... pero... ¿a qué precio?


Espero que os haya gustado este fragmento y comenteis mucho
Besos !!!

martes, 12 de junio de 2012

* Perdida en el nuevo mundo

Espero que entendais mi dificultad para escribir todos los días, estoy pasando por un mal momento, y no estoy muy inspirada, aún así, siempre que pueda entrare por aquí para que mis bloggeros puedan leerme :)

Cuando salí de la estación de metro me quedé fascinada, ante mi se alzaba un complejo de grandes caminos, praderas verdes, y edificios a ambos lados de grandes infraestructuras.
Era todo impresionante, no sabía muy bien a donde tenía que dirigirme, pero comencé a andar, a paso  tranquilo, había llegado con tiempo de sobra como para poderme entretener.
De pronto me crucé con un chico, hablaba en alto, con rapidez, y un acento cerrado que dificultaba el entendimiento de las palabras. Llevaba un montón de folios en las manos que supuse, eran apuntes, y movía las manos de forma nerviosa, al compás de su voz que recitaba las grandes obras que escribió Miguel de Unamuno.
Decidí que él quizás fuera a hacer también las pruebas, ya que ese temario entraba, y pensé que sería bueno preguntarle.
- Hola, perdona ¿sabrías decirme donde son las pruebas de admisión? - pregunté y noté que la voz me vacilaba al acabar y empezar cada palabra.
- Si, me dirijo hacia allí, puedes acompañarme si quieres - contestó, aunque me costó entenderlo, hablaba a gran velocidad, uniendo las palabras unas con otras.
Le seguí por un camino hasta llegar a un gran edificio de ladrillos marrones, las puerta de cristal se abrieron automáticamente al acercarnos. Entramos. Una mujer de cabello caoba y mirada cubierta con unas delgadas gafas azules nos pidió los nombres y los DNI, cuando dimos todos los datos nos indicó la sala "27" y nos dejó pasar.
Me fijé en el chico que me estaba acompañando, era de una estatura similar a la mía, tenía el pelo oscuro y llevaba un peinado atrevido y desenfadado, corto y en forma de cresta múltiple. Llevaba un chaleco rojo, que brillaba con la luz que los focos del pasillo le daban, y en las piernas, unos pantalones vaqueros que se bajaban de sus caderas dejando a la vista unos calzoncillos negros.
Por fin nos detuvimos ante la sala 27, aún no había nadie dentro, por lo que esperamos en la puerta, esperaba no tener que hablar con él, no se me daba bien mantener conversaciones con la gente debido a mi extremada timidez.
- Bueno... yo me llamo James - sonrió con una sonrisa que pareció muy sincera 
- Encantada - conteste, mas por educación que por sinceridad - yo soy Nadia 
- Encantado - su sonrisa hizo que sus palabras sonaran mas sinceras que las mías.
No pude evitar resoplar y desear que llegara la gente pronto, las situaciones en las que estaba con más personas me resultaban demasiado incomodas como para disfrutar de la compañía de aquel simpático chaval.


Espero que os haya gustado el capítulo.
Dejad vuestros comentarios
Gracias

sábado, 9 de junio de 2012

* Próxima estación mi vida

Muchas gracias por las visitas recibidas, y me encantaría recibir tambien algún que otro comentario, sobre todo para saber vuestra opinión sobre la historia... :)
Una vez dicho esto, aquí traigo un nuevo capítulo, espero que lo disfrutéis.

Viernes, ya era viernes, ¿que significaba eso? que era el día de las pruebas de acceso, y ni si quiera estaba segura de que mi preparación fuera suficiente para poder hacerlas frente.
Salí de casa, había llovido aquella noche y se podían observar charcos de lluvia en el suelo. Observé mi reflejo en uno de ellos, mis pantalones caoba y mi camisa abrochada entera excepto los dos primeros botones, me daban un toque maduro que dudaba que en realidad tuviera. Esa que se reflejaba en aquel charco no era yo, era una mala copia que no tenía una identidad.
Continué andando hasta meterme en el metro, una vez dentro, cogí la linea que me llevaba a "Ciudad Universitaria" . Por suerte, el vagón en el que me monté tenía varios asientos vacíos y pude sentarme a repasar algunos conceptos que con total seguridad me caerían en los exámenes para entrar a la universidad.
Un ruido sordo me hizo levantar la mirada de los apuntes, un joven de mas o menos mi edad se encontraba tirado en el suelo, de rodillas; alcé la mirada para poder observar la razón por la que había llegado aquel chico a encontrarse en esa posición y pude ver a dos chicos más, uno de ellos se reía con fuerza, parecía el encargado del tropiezo de su víctima; el otro, observaba el panorama con precaución.
El chico del suelo se levantó, llevaba una sudadera marrón y unos pantalones verdes que llamaban demasiado la atención; parecía a punto de darle una colleja al que no paraba de reír cuando empezó a reír también. Este otro no paraba de bromear con la caída de su compañero. Me fijé un poco más en él y pude ver que su cuerpo estaba perfectamente modelado, esculpido con grandes músculos que se marcaban sobre su polo amarillo y sus pantalones vaqueros y caídos. 
Al mover la mirada me di cuenta, que el otro chico, el tercero del grupo, no paraba de observarme, o al menos, miraba en mi dirección. 
Sus ojos eran claros, llamaban mucho la atención, tenía una mirada clara, que se marcaba con dulzura, o al menos algo que parecía similar a esa sensación. Llevaba una camiseta marina y unos pantalones vaqueros hasta las rodillas.
Note que se daba cuenta de que le observaba cuando me dedicó una sonrisa y pude ver sus dientes, tan brillantes, tan perfectos y correctos.
En ese momento se oyó la voz en off que avisaba de las paradas: "Próxima estación Ciudad universitaria"

miércoles, 6 de junio de 2012

* Un nuevo inicio

Hola queridos huéspedes de mi blog, lo primero que haré hoy será agradecer el recibimiento que he tenido, muchisimas visitas, muchas mas de las que pude imaginar ayer cuando lo cree, de verdad que muchisimas gracias porque para mi esto es muy importante.
Lo segundo, la gente me ha pedido que escriba mas sobre esta historia que escribi ayer, "Noche oscura" mi intención era subir solo ese fragmento, pero debido a vuestras peticiones, subiré todos los capítulos poco a poco.
Para indicar que la entrada es de esa historia pondré un asterisco en el título, así podréis saber si pertenece a la historia o es una entrada a parte.

Tras esto, y usando el fragmento de ayer como prólogo, os dejo el primer capítulo de "Noche oscura" espero que lo leáis, que os guste, y que me dejéis muchos comentarios con vuestras impresiones.
Una vez mas, gracias por la acogida del blog.


Hacia ya un par de días que me había mudado y aún no era capaz de hacerme a la idea de que esa vieja casa fuera mi hogar. No es que la casa fuera fea o estuviera destartalada, todo lo contrario, era una casa de ambiente rural, pero a la que no le faltaba ningún lujo de la nueva sociedad.
Me senté en el comedor, estaba cansada de buscar un trabajo para poder compaginar con los estudios, en esta época de crisis, era complicado encontrar un buen oficio, y menos si aún no habías terminado los estudios, y como yo, lo tuyo no eran los idiomas, pero necesitaba un empleo rápido, el desastre que me había llevado a ese  lugar me obligaba a trabajar para poderme pagar la casa, el alimento, e incluso los estudios.
Observé las paredes de madera de aquel gran salón, estaba intactas, como si se acabara de construir, pero no era así, al contrario, llevaba un centenar de años construida y sin embargo, guardaba el aspecto de un salón de uno de estos nuevos ricos que aprecian lo antiguo pero sin renunciar a ninguno de los lujos tecnológicos de la nueva era.
Me recosté sobre el sofá de color granate y dejé que mi cabeza se apoyara sobre uno de esos grande almohadones de plumas y algodón. Cerré los ojos y comencé a pensar en el paso tan grande que había dado,  tenía una vida que empezaba de cero, una vida de soledad, una vida en la que solo dependía de mi misma. Nadie podía mandarme ni ordenarme, vivía en mi casa, trabajaría para ganar un sueldo con el que sobrevivir y estudiaría para aspirar a un futuro mejor. Todo eso sonaba tan bien, y sin embargo, como a lo largo de toda mi vida, el miedo estaba agarrotándome el cuerpo, me temblaban las manos y mis pies no paraban de moverse inquietos, llevaba años soñando con empezar de cero, lejos, muy lejos, y en libertad, y ahora que lo había conseguido, tenía miedo de mirar a la cara a la vida que se me presentaba.
Entonces sonó el teléfono, dejé que sonara un par de veces, casi inconscientemente, como si mi mente no se diera cuenta de que nadie cogería la llamada, que tendría que ser yo quien contestara.
- ¿Si...? - contesté cuando me atreví a acercarme a la mesilla en la que estaba colocado el aparato de comunicación 
- Buenos días señorita Garthermon - se oyó una voz al otro lado del auricular, odiaba que me llamaran por mi apellido, pero seguí escuchando la llamada - quería informarla de que las pruebas paras la admisión a la universidad Condor se llevarán a cabo este viernes a las seis de la tarde, esperamos su presencia y mucha suerte.
Tras esas palabras, la femenina voz colgó la llamada, sin ni si quiera permitirme contestar. El miedo volvió a apoderarse de mi, tenía solo 5 días para prepararme para afrontar las pruebas de admisión, y encima hoy ya era tarde.

martes, 5 de junio de 2012

Visitante en la noche oscura

La noche se cernía sobre Madrid. Los truenos sonaban estrepitosos en la calle, chocando contra cada una de las paredes de aquellos grandes edificios que adornaban el centro de la ciudad.
Estaba sentada sobre mi cama, tranquila, expectante, esperando, esperando a que sucediera algo, no sabía muy bien el que pero sabía que iba a suceder.
Me quede mirando fijamente la ventana, la luz de las farolas se veía reflejada en el cristal, podía observar como las gotitas de lluvia se adherían al cristal y pintaban de motitas cristalinas ese paisaje trasparente.
Por fin sonó un golpe, una figura oscura aterrizo sobre el bordillo de la ventana. Me apresuré a bajar de la cama y corrí hasta quedarme junto al marco, la figura me miro, y aunque en esa oscuridad no alcanzaba a ver su rostro, pude diferenciar dos brillantes ojos que compasivamente me pedían permiso para entrar en mis aposentos.
Abrí la ventana y me eché a un lado, dejé que aquel ser sombrío entrara en la sala, me quedé observando su cuerpo que poco a poco se hacía visible bajo la luz que unas pequeñas velas, que había colocado en la habitación, daban.
La figura adoptó la forma de un joven, delgado y alto, de tez pálida y grandes ojeras. Su cabello estaba mojado y descuidado, y era tan oscuro como su mirada. Apenas llevaba un ropaje oscuro, una camiseta de manga corta casi destrozada por lo que parecían las garras de un animal, y unos pantalones vaqueros, oscuros, con múltiples rotos.
- Sabía que vendrías... - susurré, aún estaba un poco asustada y no sabía muy bien porque había esperado que esto sucediera.
- Como cada noche... - contestó él en otro suspiro y se acercó lentamente a mi, su paso era decidido, aunque no iba muy recto, incluso diría que andaba algo encorvado.
Sus manos se pasearon por mi cuerpo, primero por mi rostro, acariciándolo con delicadeza, después por mis hombros, en los que se posaron levemente, y por ultimo bajando hasta mis caderas donde se aferraron acercándome más y más a él.
Resoplé y miré al techo, no había luz, la lámpara estaba apagada y solo nos iluminaban las difuminadas luces de  las velas.
- ¿Por qué me dejaste entrar esta vez? - preguntó él con un aire de duda que me creó un escalofrío, su mirada se había tornado fría.
- No lo se... sentí que debía hacerlo, quería hacerlo - no estaba muy segura de mis propias palabras y eso se notó porque titubee al hablar, acompañé la frase con un movimiento de cabeza algo nervioso, y noté como mi cuerpo comenzaba a temblar.
- No voy a hacerte daño - me susurró en el oído.
Sus finos labios besaron mi piel, estaba frío, tanto como el mármol. Me apoyó en la cama y se recostó sobre mi, podía notar el tacto de sus dedos sobre mi piel, sus labios besando mi cuerpo con delicadeza, su aliento, respirando en mi interior.
No tenía miedo, por una vez en la vida me había vuelto valiente, ya no sentía miedo, nada podía dañarme, no en aquel momento.